miércoles, 2 de julio de 2014

El alma del mundo

Bermellón, dorado... toques de carmín y limón... Bailan rítmicamente deslizándose sobre el papel mojado. Respiran, se buscan, se encuentran. Construyen una cálida melodía, una vidriera tras la que se adivina el Sol, si te atreves a asomarte...
Algo nuevo ha de surgir. Un gesto prusia entra en escena. Lo viejo ha de morir para que la nueva vida surja. Si no renuncio, si no me desapego, me quedaré en un espejismo pantanoso donde una voz repite sin cesar 'todo está bien'. Si me arriesgo, viviré el vértigo, la náusea de lo impredecible, el mordisco del guardián que vela la entrada. Arderé y me disolveré, para renacer como un fénix renovado. Mereció la pena el viaje, la perspectiva es más amplia desde aquí.
Sobrios cipreses se estiran hacia el cielo, uniendo lo de arriba con lo de abajo, en un paisaje donde mi alma deviene el alma del mundo.

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