Una vez más, el círculo se divide, empleando una medida que le es propia, dando lugar a una fragmentación sencilla y perfecta. Ahora le toca al 6. La flor de la vida, el hexágono, la estrella de David, el tríángulo... se cruzan, se entrecruzan, generan movimiento y nuevos espacios. El color refuerza la simetría y con él discrimino, definiendo mi propia forma. Desde un concepto simple, las posibilidades son infinitas, puedo crear según las leyes naturales, tejer líneas y superficies, y sentir que todas las cosas están unidas entre sí, y que todo procede de un origen común...
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